|
|
|
Raquel Wullich
Querida Raquel: me pediste un prologo para tu exposición y
yo te escribo esta carta. Prefiero las cartas, son más intimas,
las palabras corren necesarias como peces en el agua y yo vengo de
una ciudad que tiene un río…
Pienso en aquel marzo del 82, cuando llegaste a mi taller y me dijiste
que no te animabas a agarrar un lápiz. Yo te ahuyente con mis
Tapies, Miró, Gorky, Pollock, Millares, Torres, Motherwell… Pero
te quedaste. ¡Ha pasado mucho tiempo? ¿Qué nos importa
el tiempo! Pasa…seguramente. Y trabajaste mucho Raquel. Para vencer
el tiempo. Tus trabajos crecieron. Con dudas pero con entusiasmo; crecieron
sobre tantos otros, raspados, modificados infinidad de veces… Siempre
buscando los medios apropiados, coherentes, mostrándose plenos,
plástica afirmativa, sin artificios, creadora. El arte no reemplaza
a la vida, ésta se instala espontánea, violenta o dulcemente
en él. Sin verdad y necesidad no hay arte. Esta necesidad busca
una forma, trama compleja donde expresarse y habitarla y ligarse a ella;
la necesidad como punto de partida. Tu necesidad real y cotidiana de
vivir la experiencia plástica es lo que me transmiten y me provocan
tus pinturas y collages.
Raquel, aquí termino; me esperan mi mate, los bizcochos de grasa
y la música de Manolo Juárez que me despierta todas las
mañanas….
Así escribía Adolfo Nigro en agosto de 1985 antes de
una exposición de Raquel Wullich, y que encontramos publicada
en el libro Raquel Wullich Colección Los contemporáneos – Antonio
Leyva <Fur printing Ediciones>Año 2000.
En la actualidad Raquel, pasa temporadas en Madrid y otras en Buenos
Aires, donde, desarrolla su arte, pintando en la tranquilidad de su taller,
acompañada de la tranquilidad de su interioridad.
Revista de Artes la presenta entre sus páginas con la seguridad
de que muchos de sus lectores disfrutarán del placer de recorrer
las concreciones de su mundo creativo.
|